La vocación de San Mateo
Autor: Caravaggio
Fecha: 1598
Lugar: iglesia romana de San Luis de los Franceses
Descripción: Estamos
frente a un óleo sobre lienzo que representa una escena religiosa. Un grupo de hombres sentados alrededor de una
mesa de una taberna. Uno de ellos está contando monedas, por lo que podemos
presuponer que es un recaudador de impuestos. Por la derecha entran dos
hombres. Uno de ellos, Jesús, identificado por la aureola.
Los modelos humanos naturalistas utilizados no son bellos,
más bien se trata de gente de la calle, con aspecto vulgar. Ni siquiera Cristo
está idealizado. Es más algunos tienen pinta de pícaros y de rufianes. Esta es
una característica típicamente barroca, ya que transgredía las normas de la
idealización clásica y las normas del Concilio de Trento que exigía tratar a
los personajes del cristianismo con decoro. Caravaggio el primer pintor que se
atreve a romper con esta norma contrarreformista y establece estos modelos como
norma de sus cuadros con el afán de llegar al público con personajes más
cercanos y de esa manera mover a reflexión a los fieles. A través de la luz el
pintor concentra la atención en lo que desea de la escena. Un foco de luz
proveniente de una claraboya nos ilumina una estancia sin relevancia y unos
personajes, cuyos rostros y manos concentran la expresividad. El resto del
cuadro queda en oscuridad o penumbra. Es una iluminación artificial, como de
focos teatrales. Esta técnica ya se venía ensayando con gran éxito desde el
Renacimiento en los retratos (Leonardo da Vinci en su Dama del Armiño; el
hombre del turbante rojo de Van Eyck) y en cuadros que se quería dar sensación
intimista (Virgen del Gran Duca de Rafael; o adoración de los pastores de
Correggio), pero es Caravagggio quien se especializa en esta forma de pintar
que llamamos tenebrista o de violentos claro/oscuros. La composición. Los
grupos están claramente descompensados en el cuadro. La luz d iagonal genera a
través de las manos y de los rostros una línea zigzagueante. Un diálogo que va
de la mano de Cristo que dirige a Mateo y la respuesta atónita de la mirada de
los que le acompañan y se sorprende ante las palabras de Jesús. La figura de
Cristo no se encuentra en el centro de la composición sino en un lateral,
incluso uno de los apóstoles de espalda le tapa con su cuerpo y sólo podemos
apreciar de él su cara y la mano. La figura de Mateo es confusa puesto que es
el que todavía no se ha apercibido de la presencia de Jesús y sigue con la
cabeza baja contando monedas, lo descubrimos por los dedos que le señalan. No
le preocupa ni el fondo ni la perspectiva.
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