miércoles, 9 de mayo de 2012

Historia del arte. Comentario de La vocación de San Mateo


La vocación de San Mateo

Autor: Caravaggio
Fecha: 1598
Lugar: iglesia romana de San Luis de los Franceses

Descripción: Estamos frente a un óleo sobre lienzo que representa una escena religiosa. Un grupo de hombres sentados alrededor de una mesa de una taberna. Uno de ellos está contando monedas, por lo que podemos presuponer que es un recaudador de impuestos. Por la derecha entran dos hombres. Uno de ellos, Jesús, identificado por la aureola.

Los modelos humanos naturalistas utilizados no son bellos, más bien se trata de gente de la calle, con aspecto vulgar. Ni siquiera Cristo está idealizado. Es más algunos tienen pinta de pícaros y de rufianes. Esta es una característica típicamente barroca, ya que transgredía las normas de la idealización clásica y las normas del Concilio de Trento que exigía tratar a los personajes del cristianismo con decoro. Caravaggio el primer pintor que se atreve a romper con esta norma contrarreformista y establece estos modelos como norma de sus cuadros con el afán de llegar al público con personajes más cercanos y de esa manera mover a reflexión a los fieles. A través de la luz el pintor concentra la atención en lo que desea de la escena. Un foco de luz proveniente de una claraboya nos ilumina una estancia sin relevancia y unos personajes, cuyos rostros y manos concentran la expresividad. El resto del cuadro queda en oscuridad o penumbra. Es una iluminación artificial, como de focos teatrales. Esta técnica ya se venía ensayando con gran éxito desde el Renacimiento en los retratos (Leonardo da Vinci en su Dama del Armiño; el hombre del turbante rojo de Van Eyck) y en cuadros que se quería dar sensación intimista (Virgen del Gran Duca de Rafael; o adoración de los pastores de Correggio), pero es Caravagggio quien se especializa en esta forma de pintar que llamamos tenebrista o de violentos claro/oscuros. La composición. Los grupos están claramente descompensados en el cuadro. La luz d iagonal genera a través de las manos y de los rostros una línea zigzagueante. Un diálogo que va de la mano de Cristo que dirige a Mateo y la respuesta atónita de la mirada de los que le acompañan y se sorprende ante las palabras de Jesús. La figura de Cristo no se encuentra en el centro de la composición sino en un lateral, incluso uno de los apóstoles de espalda le tapa con su cuerpo y sólo podemos apreciar de él su cara y la mano. La figura de Mateo es confusa puesto que es el que todavía no se ha apercibido de la presencia de Jesús y sigue con la cabeza baja contando monedas, lo descubrimos por los dedos que le señalan. No le preocupa ni el fondo ni la perspectiva.

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