Un filósofo
racionalista es aquel confía en el uso de la razón y no
recurre a intuiciones místicas
1.
A los
filósofos racionalistas del siglo XVII les interesa, ante todo, analizar el
problema del origen del conocimiento. En este contexto, filósofos como
Descartes aceptaran, en el sujeto, la existencia de ideas innatas a
priori. Pensaban que ciertas verdades eran naturalmente innatas al ser humano,
en el sentido de que la experiencia no proporciona más que la ocasión para que
la mente, por su propia luz, perciba la verdad.
2.
Existe, sin
embargo, una diferencia importante que separa a los racionalistas
modernos de los filósofos de épocas anteriores. El ideal del racionalismo
moderno es lograr un sistema deductivo de verdades, análogo a un sistema
de rigurosidad matemática, que sea capaz de aumentar nuestra información.
En este sentido, el racionalismo moderno, grandemente influido por el
modelo de deducción de la matemática, intentará que la filosofía alcance
también una objetividad y certeza parecidas a las que se encuentran presentes
en las ciencias de la matemática y de la geometría.
1.- EL OBJETIVO DE DESCARTES
El logro de la verdad filosófica mediante el
uso de la razón: Descartes intentaba
desarrollar un sistema de proposiciones verdaderas en el que no se diese por
supuesto nada que no fuera evidente. Todo el edificio debía reposar sobre
un fundamento seguro, de forma que el sistema fuera impermeable a
los ataques corrosivos del escepticismo.
Su concepción de la filosofía: <<Filosofía
significa el estudio de la sabiduría, y por sabiduría entiendo no solamente la
prudencia en la acción, sino también un conocimiento perfecto de todas las
cosas que el hombre puede conocer, tanto para orientar su vida y conservar su
salud como para la invención de todas las artes>>.
1) Decidió
comenzar desde el principio, sin confiar en la autoridad de ningún filósofo
anterior (el exceso de confianza en Aristóteles hasta ese momento había
provocado muchos retrasos en filosofía y en la ciencia en general, sobre todo
en astronomía y en física). Prefería confiar en su propia razón que en la
autoridad.
2)
Había resuelto evitar aquella confusión de lo claro y lo evidente con lo que es
solamente una conjetura más o menos probable, de lo que acusaba a los escolásticos.
Sólo admitiría el conocimiento cierto.
3)
Pretendía alcanzar ideas claras y distintas, para trabajar sólo con aquellas y
rechazar las que no tenían un sentido claro (por ejemplo, los escolásticos no
decían nada claro al distinguir sustancia de extensión o cantidad de sustancia incorpórea).
Su
ideal: un sistema orgánicamente conectado de verdades científicamente bien
establecidas, ordenadas de tal modo que la mente pase de verdades fundamentales
evidentes por sí mismas a otras verdades evidentes implicadas por las primeras.
Se trataba de hacer que las verdades se ajusten a un esquema racional, del
mismo modo que lo hacían las matemáticas.
2.- RAZÓN Y MÉTODO. El modelo matemático
de Descartes:
Descartes insiste
reiteradamente en la necesidad de rechazar el error, lo que va asociado
inevitablemente a la búsqueda de la verdad. Reacio a aceptar los argumentos de
los escépticos que afirman la imposibilidad de que haya algún conocimiento
verdadero. Descartes se dispone a investigar con el fin de determinar
algo con certeza: incluso si ese algo es que no puede haber conocimiento
verdadero alguno. Frente a todas las demás enseñanzas recibidas, Descartes sólo
encuentra verdad en los conocimientos matemáticos. ¿Qué es lo que hace que los
matemáticos sean capaces de demostrar la validez de sus proposiciones, que
consigan un conocimiento cierto, mientras que los metafísicos se pierden en
vanas disquisiciones y disputas escolares? La razón se ha equivocado en
numerosas ocasiones hasta el punto de que Descartes considera necesario
reconstruir el edificio del saber sobre bases firmes y seguras, si es que esto
es posible.
3.- EL MÉTODO CARTESIANO
¿Qué es el método? “Una serie de reglas
ciertas y fáciles, tales que todo aquel que las observe exactamente no tome nunca
a algo por verdadero, y, sin gasto alguno de esfuerzo mental, sino por
incrementar su conocimiento paso a paso, llegue a una verdadera comprensión de
todas aquellas cosas que no sobrepasen su capacidad".
¿Sobre qué se construye, o a qué se aplica el
método? Deberá aplicarse, lógicamente, al modo de funcionar de la razón. ¿Pero
cuál es el modo de conocer de la razón? Descartes nos propone aquí la
intuición y la deducción. La intuición es pues el elemento básico
del conocimiento. La intuición es una especie de luz o instinto
natural que tiene por objeto las naturalezas simples: por medio de ellas
captamos inmediatamente conceptos simples emanados de la razón misma, sin
posibilidad alguna de duda o error. Es la forma en que entendemos las verdades
más simples, como dos y dos son cuatro. La deducción "consiste en
una operación por la cual comprendemos todas las cosas que son consecuencia
necesaria de otras conocidas por nosotros con toda certeza". Y más
adelante nos dice que distinguimos la intuición de la deducción en que en ésta
se concibe un movimiento o cierta sucesión y en aquélla no, ya que la deducción
no necesita como la intuición una evidencia presente, sino que, en cierto modo,
la pide prestada a la memoria. En definitiva, la intuición nos ofrece el
conocimiento de los principios y la deducción el de las consecuencias lejanas,
a las que no se puede llegar de otro modo.
Reglas del método cartesiano. Hemos
visto que el método de Descartes ha de ser matemático y
universal. Su definición: "Así pues, entiendo por método reglas
ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las observe exactamente no tomará
nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de
la mente, sino aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento
verdadero de todo aquello que es capaz".
1.
Regla de evidencia: no admitir jamás como verdadero cosa
alguna sin conocer con evidencia que lo era: es decir, evitar con todo cuidado
la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que
lo que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviese
ocasión para ponerlo en duda.
Descartes no
acepta como verdadero sino lo que es evidente. Pero ¿Qué es lo evidente? La
evidencia se produce sólo en la intuición, es decir, en un acto puramente
racional por el que nuestra mente capta o "ve" de modo inmediato y
simple una idea. Si lo que es evidente es lo que es intuido, ¿qué es lo que la
mente intuye? Ideas claras y distintas. Una idea es clara cuando podemos
advertir todos sus elementos sin la menor duda (se opone a oscura). La idea
será distinta cuando aparezca claramente diferenciada, separada y
recortada de las demás, de tal manera que no podamos confundirla con ninguna
otra idea (se opone a idea confusa).
2. Regla de análisis. La
segunda regla del método se enuncia así: Dividir cada una de las
dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y como
requiriese para resolverlas mejor.
Cualquier problema no
es más que un conjunto vertebrado de ideas complejas. Analizar es descomponer
lo complejo en sus elementos simples, elementos que podrán ser intuidos como
ideas claras y distintas, esto es: evidentes.
3. Regla de síntesis. El tercero, en
conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y
más fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el
conocimiento de los más compuestos, suponiendo incluso un orden entre los que
se preceden naturalmente unos a otros.
Una vez que hemos
llegado a los elementos simples de un problema hay que reconstruirlo en toda su
complejidad, deduciendo todas las ideas y consecuencias que se derivan de
aquellos principios primeros absolutamente ciertos. La síntesis es un
proceso ordenado de deducción, en el que unas ideas se encadenan a otras
necesariamente.
4. Regla de comprobación. Y el último, en
realizar en todo unos recuentos tan completos y unas revisiones tan generales
que pudiese estar seguro de no omitir nada.
Se trata de comprobar
y revisar que no haya habido error alguno en todo el proceso
analítico-sintético. La comprobación intenta abarcar de un sólo golpe y
de manera intuitiva la globalidad del proceso que se está estudiando.
El método
estaría compuesto así por dos
operaciones básicas: el análisis y la síntesis. Por lo que respecta al
análisis, representaría una forma de conocimiento propia para el descubrimiento
y la investigación; nos permitiría separar lo accidental, afirmando la primacía
de lo simple. La síntesis sería una forma de conocimiento útil para exponer,
explicar, o enseñar lo que hemos conocido a través de la investigación o del
descubrimiento, así como la constitución del saber como sistema.
4.- LA DUDA COMO MÉTODO. Descartes
utiliza la duda sólo para buscar la verdad. Dudar de todo es sólo un procedimiento
metodológico para encontrar una verdad indubitable. La duda no es para él la
postura mental definitiva; ni siquiera la postura inicial: parte de la
confianza de alcanzar la verdad. Por eso su duda es sólo metódica.
1º Desconfianza
ante la información procedente de los sentidos. Los
sentidos se presentan como la principal fuente de nuestros conocimientos; ahora
bien, muchas veces he constatado que los sentidos me engañan, como cuando
introduzco un palo en el agua y parece quebrado, o cuando una torre me parece
redonda en la lejanía y al acercarme observo que era cuadrada, y situaciones
semejantes. No es prudente fiarse de quien nos ha engañado en alguna ocasión,
por lo que será necesario someter a duda, poner en suspenso, todos los
conocimientos que derivan de los sentidos.
2º Imposibilidad
de distinguir cuándo soñamos o cuándo estamos despiertos. Podría
parecerme exagerado dudar de todo lo que percibo por los sentidos, ya que me
parece evidente que estoy aquí y cosas por el estilo; pero, dice Descartes,
esta seguridad en los datos sensibles también puede ser puesta en duda, dado
que ni siquiera podemos distinguir con claridad la vigilia del sueño, (lo que
no ocurre cuando creemos estar despiertos o cuando estamos dormidos). ¿Cuántas
veces he soñado situaciones muy reales que, al despertarme, he comprendido que
eran un sueño? Esta incapacidad de distinguir el sueño de la vigilia, por
exagerado que me parezca, ha de conducirme no sólo a extender la duda a todo lo
sensible, sino también al ámbito de mis pensamientos.
3º Desconfianza de
la razón. Aun así, parece haber ciertos conocimientos
de los que razonablemente no puedo dudar, como los conocimientos matemáticos.
Sin embargo, Descartes plantea la posibilidad de que el mismo Dios que me ha
creado me haya podido crear de tal manera que cuando juzgo que 2+2 = 4 me esté
equivocando; de hecho permite que a veces me equivoque, por lo que podría
permitir que me equivocara siempre, incluso cuando juzgo de verdades tan
"evidentes" como las verdades matemáticas. En ese caso todos mis
conocimientos serían dudosos y, por lo tanto, según el criterio establecido,
deberían ser considerados todos falsos.
4º Hipótesis de un
genio maligno empeñado en confundirme o equivocarme. Sin
embargo, dado que la posibilidad anterior puede parecer ofensiva a los
creyentes, Descartes plantea otra opción: la de que exista un genio
malvado que esté interviniendo siempre en mis operaciones mentales de tal forma
que haga que tome constantemente lo falso por verdadero, de modo que siempre me
engañe. En este caso, dado que soy incapaz de eliminar tal posibilidad, puesto
que realmente me engaño a veces, he de considerar que todos mis conocimientos
son dudosos. Así, la duda ha de extenderse también a todos los conocimientos
que no parecen derivar de la experiencia.
5.- REALIDAD (METAFÍSICA).
LA PRIMERA CERTEZA: PIENSO LUEGO EXISTO. Como
hemos visto, la duda ha puesto entre paréntesis incluso las certezas más
habituales: Descartes desconfía ahora de la existencia del mundo y de
los objetos externos a él; de la existencia de su propio cuerpo; duda, incluso,
de las verdades matemáticas. ¿Qué le queda entonces? ¿Dónde está esa verdad
indudable sobre la cual basar el sistema de la metafísica? La duda no afecta, a
pesar de su radicalidad, a una primera certeza absoluta: Yo soy.
Si no existiera, no podría ser engañado. Por tanto, aunque al pensar me
equivoque, es innegable que <<Pienso, luego existo>>. Lo
único que no se puede poner en duda es el propio sujeto que duda, el propio
sujeto que piensa en la existencia de las cosas. Esta certeza me descubre como
una cosa que piensa, distinta a la realidad exterior. Puedo dudar de todo,
menos de que existe un ser que duda. Del acto mismo de dudar surge una verdad
indubitable: "cogito, ergo sum", es decir, pienso,
luego existo. Esta verdad es tomada por Descartes como el primer
principio evidente de la filosofía. Es una verdad clara y distinta de la que
pueden deducirse todas las demás verdades.
Esta evidencia, "pienso, luego
existo", no es el resultado de una deducción; es, por el
contrario, una intuición, es decir, una evidencia inmediata, una idea clara y
distinta gracias a la cual me experimento a mí mismo directamente como una cosa
que piensa (como una res cogitans). Es un principio inmutable, del que no se
puede dudar, absolutamente verdadero. Descartes parte de su propia
interioridad, y a partir de ahí llega a la existencia: el yo como un
pensamiento que existe.
LAS IDEAS. Por
intuición captamos las ideas, las más fáciles de captar y sin posibilidad de
error, sin necesidad de demostración, inmediatamente. Es el que nos muestra las
verdades de la matemática, aritmética y geometría. Las ideas complejas,
sin embargo, las conocemos por demostración, lo que supone posibilidad
de dar paso si no utilizamos el método adecuado. Por tanto, tenemos ya el criterio
de certeza: será verdadero todo lo que perciba con igual claridad y
distinción. Esto valdrá como regla general.
Antes de seguir adelante con la deducción
veamos qué elementos tenemos para llevarla acabo. Contamos con dos: el pensamiento
como actividad y las ideas que piensa. En "yo
pienso que el mundo existe" aparecen tres factores: el yo que piensa,
el hecho de pensar y las ideas de mundo y existencia. De aquí Descartes concluye que el
pensamiento siempre piensa ideas. Para la filosofía anterior, el pensamiento no
recae sobre las ideas, sino directamente sobre las cosas. Si yo pienso que el
mundo existe, estoy pensando en el mundo y no en mi idea de mundo. Para Descartes
el pensamiento no recae directamente sobre las cosas sino sobre las ideas.
CLASES DE IDEAS. Hay,
pues, que partir de las ideas. Hay que analizarlas para ver si alguna de ellas nos sirve para salir del pensamiento y
saltar a la realidad extramental. Al realizar este análisis, distingue tres
tipos de ideas:
● Ideas
adventicias: proceden de la experiencia externa, por ejemplo, la idea de "mariposa".
● Ideas
facticias: son las construidas a partir de otras ideas adventicias con la intervención
de la imaginación, como la idea de "un caballo con alas" o
de un "marciano".
● Ideas
innatas: no proceden de la experiencia externa, ni son elaboradas por la imaginación.
Las ideas innatas son las que el entendimiento posee por naturaleza. Son
aquellas ideas que encuentro en mí mismo. Una de estas ideas innatas es la idea
de Dios.
SUSTANCIA INFINITA Y SUSTANCIAS FINITAS. Descartes
emplea
como sinónimos las palabras sustancia y "cosa"
(res), lo cual ya es una indicación importante: la sustancia
es el concreto existente. Lo propio de la sustancia es la existencia, pero
no cualquier forma de existencia, sino la existencia independiente: no
necesita de, nada más que de ella misma para existir. Define la sustancia
de la siguiente manera: "una cosa que existe de tal manera que no
tiene necesidad sino de sí misma para existir". De esta definición se
seguirá que sólo Dios es sustancia, puesto que las criaturas necesitan de Dios
para existir (Dios da la existencia, y luego la conserva, a todas las
criaturas). Por eso dirá que el concepto de sustancia no se aplica igual a Dios
que a las criaturas, y por tanto hay dos clases de sustancias: La sustancia
infinita: Dios, no necesita de otra cosa para existir y, las
sustancias finitas: no necesitan de otra cosa para existir, excepto
Dios. Son en sí, pero no por sí y son contingentes. Las sustancias finitas son
dos: Pensamiento (res cogitans), y extensión (res
extensa). Por otro lado, Descartes dice que a cada sustancia le
corresponde un atributo. Cada tipo de sustancia posee un sólo atributo:
el alma es pensamiento, y los cuerpos son extensión.
a) La
sustancia infinita:
1º Descartes
demuestra la existencia de Dios a partir de la idea de
perfección. El que yo dude supone que soy imperfecto y ser consciente de mi
imperfección implica que en mí existe la idea de perfección. Pero, ¿qué tipo de
idea es la idea de perfección?
2º Veamos, pues,
qué tipo de idea es la idea de perfección: no puede ser adventicia, ya que
nada exterior a mi es perfecto; tampoco puede ser una idea facticia, puesto que
no poseo elementos para crearla; debe ser, entonces, una idea innata puesta en
mi interior por un ser que posee la cualidad de la perfección.
3º Queda demostrada,
así, la existencia del sujeto que la piensa y la existencia de Dios. A
continuación, Descartes considera que Dios, perfecto y sumamente bueno,
no puede engañarnos con respecto a la existencia del mundo exterior o a la
certeza de los conocimientos matemáticos. Recupera de esta forma todo lo que
había puesto en duda sobre la base de un Dios que se erige en el garante de la
veracidad del conocimiento. ¿Por qué nos equivocamos, entonces? Nuestros
errores se deben a la "precipitación" con la que
llevamos a cabo nuestros razonamientos y nuestras deducciones.
b) Las
sustancias finitas (pensante y extensa):
Hay dos tipos de sustancias finitas: la
"res cogitans", el alma, y la "res
extensa", el cuerpo. La res cogitans es una
cosa que duda, imagina, siente. Nuestro conocimiento está constituido por un yo
que piensa ideas. Así pues, el atributo del alma es el pensamiento. Así,
de la misma forma que no se puede imaginar un sujeto que no piense, no se puede
concebir un cuerpo sin longitud, anchura y profundidad, que son las características
de la extensión. La concepción del hombre será en consecuencia
dualista. Si el alma y el cuerpo son sustancias, no se necesitan mutuamente
para existir. Tampoco se ve cómo puro pensamiento y pura extensión podrían
estar unidos y en interrelación. En consecuencia el hombre no es sino el alma.
Alcanzada la primera verdad, absoluta,
cierta: "la existencia del yo como sujeto pensante",
esta existencia indubitable del yo, no parece implicar la existencia de ninguna
otra realidad. Aunque yo lo piense, tal vez el mundo no existe en realidad,
pero lo único cierto es que yo pienso que el mundo existe. A Descartes no
le queda más remedio que deducir la existencia de la realidad a partir del
pensamiento. De la primera verdad "yo pienso" que han
de extraerse todos nuestros conocimientos incluso el conocimiento de que
existen realidades extramentales (fuera de mi mente). La existencia del mundo
es demostrada a partir de la existencia de Dios. Puesto que Dios existe y es
infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe al creer que el mundo
existe, luego el mundo existe. Dios aparece así como garantía de que a mis
ideas les corresponde un mundo, una realidad extramental.
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