El pensamiento kantiano representa la superación
sintética, de las dos corrientes filosóficas fundamentales de la Modernidad: el
racionalismo y el empirismo. El racionalismo pretendía el conocimiento de la
verdad con la sola ayuda de la razón, y al margen de la experiencia (Descartes).
Y el empirismo, reducía todo el conocimiento a la experiencia, cayendo en
planteamientos escépticos ante los grandes temas del hombre: Dios, alma,
libertad, mundo. Kant, por su parte, afirmará que hay conceptos que no provienen
de la experiencia (con esto se opone al empirismo) pero que éstos sólo tienen
aplicación en el ámbito empírico (contra lo que pensaba el racionalismo).
Con
el racionalismo pudo conocer la tradición metafísica (Wolff) y con el empirismo
tomó conciencia de la importancia de la intuición sensible en el conocimiento
(Hume). Sin embargo, estas posiciones antagónicas fueron las que le llevaron a
plantearse la necesidad de llevar a cabo una crítica de la razón: someter a
juicio a la razón, pero desde ella mismoa. Será con estos precedentes, con los
que la filosofía crítica kantiana despega, poniendo especial interés en el
análisis del estado epistemológico de la metafísica.
La metafísica es una
disciplina que se ha planteado resolver los grandes temas que inquietan al ser
humano: Dios, la libertad o la inmortalidad del alma. Kant se preguntará si es
posible obtener un conocimiento científico sobre estas realidades. En
definitiva, si es posible considerar a la metafísica como una ciencia o, si por
el contrario, es imposible obtener conocimiento seguro sobre ella.
La
solución a este problema exige plantearnos una cuestión previa, a saber, ¿cómo
es posible la ciencia? Una vez despejado este interrogante, estaremos en
condiciones de determinar la situación epistemológica de la metafísica. Si ésta
no pudiera ser considerada como una ciencia, la razón humana tendría que
renunciar a las cuestiones más importantes planteadas por el hombre.
Este es
el problema básico que Kant formula y desde el que enfoca toda su crítica.
Cuando Kant empieza a analizar el estado de la metafísica tradicional advierte
que, a diferencia de otras ciencias, la metafísica no ha progresado. En ella se
continúan debatiendo las mismas cuestiones que ya habían planteado Platón y
Aristóteles. Y, en segundo lugar, mientras que los científicos se ponen de
acuerdo en sus teorías, los metafísicos no lo hacen. Todo apunta, concluye Kant,
a que la metafísica no parece coincidir con las características que distinguen a
la ciencia.
Esta situación se hace más evidente al comparar la metafísica con
las matemáticas o la física. Y, con la perspectiva de la comparación, Kant se da
cuenta de que no es posible dar respuesta al problema planteando acerca de la
posibilidad de la metafísica como ciencia, sin antes preguntarse: ¿cómo es
posible la ciencia? Por eso comienza su investigación analizando las condiciones
del conocimiento científico. Para Kant, lo importante no es averiguar cuál es el
origen del conocimiento sino cuáles son las condiciones que lo hacen posible.
Dos son las condiciones de posibilidad del conocimiento verdadero: la primera de
ellas es que todo conocimiento se inicia de la experiencia y, la segunda, que
todo conocimiento debe ser universal y necesario.
De este modo, el verdadero
conocimiento tiene que iniciarse en el mundo sensible, pero los datos empíricos
deben venir ordenados bajo ciertas condiciones que son independientes de la
experiencia misma y que pertenecen a la sensibilidad y al entendimiento.
La
clave del éxito de la matemática y la física, dirá Kant, reside en la seguridad
y la certeza con la que la razón avanza en ellas. La matemática alcanzó el
camino seguro de la ciencia, posiblemente desde Tales, quien afirmaba que en
ella no debía darse nada por cierto que no derivara de los principios
establecidos por el sujeto. Por su parte, la física alcanzó un desarrollo
importante donde Galileo a Newton, porque fueron ellos los que descubrieron que
era necesario partir de la observación de los fenómenos para descubrir la ley
que cumplen. Ambas han ido progresando y sumando nuevos conocimientos a los que
ya poseían. En cambio, la metafísica, como ya hemos señalado, ha titubeado desde
sus inicios. Los filósofos no han logrado ponerse de acuerdo y no han
establecido principios sobre los que avanzar en el saber.
Para poder
responder al problema de la metafísica, Kant ve la necesidad de realizar un
análisis sobre todos los tipos de juicio que elabora el entendimiento, y
averiguar cuál de ellos es el propio de la ciencia. // Una vez estudiadas las
propiedades y características de los juicios científicos, cabrá comprobar si se
cumplen en metafísica. Si la metafísica está integrada por el mismo tipo de
juicios de los que se valen la matemática y la física, entonces se podrá decir
de ella que es una ciencia; en caso contrario, habrá que averiguar el lugar que
le corresponde si es que alguno le queda.
Kant observa que hay dos tipos de
juicios, dependiendo de la relación entre el sujeto y el predicado: los
analíticos (el predicado no añade nada nuevo al sujeto: todos los cuerpos son
extensos) y los sintéticos ( el predicado da información nueva: todos los
cuerpos se dilatan por el calor). Los analíticos no amplian nuestro
conocimiento, son universales (porque son válidos en cualquier lugar) y
necesarios (porque no pueden ser de otra manera) y son a priori, que
por ser sintéticos son extensivos y, que por ser a priori, son
universales y necesarios (todo lo que ocurre tiene su causa, es decir, el
principio de causalidad) y no necesitan de la experiencia para su verificación.
Según lo expuesto, se observa que las ciencias construyen su edificio teórico
a base de juicios sintéticos a priori, porque amplían nuestro conocimiento
(sintéticos) y porque, por no depender su validez de la experiencia (a priori),
son universales y necesarios. Sin embargo, ¿qué ocurre con la metafísica? Aún
siendo el más antiguo de todos los saberes, no parece haber alcanzado ese camino
seguro de la ciencia. El problema reside, según Kant, en que los filósofos
dogmáticos construyen su saber con juicios analíticos pretendiendo con ellos
aumentar el conocimiento sobre la naturaleza de Dios o la inmortalidad del alma.
A partir de aqui, Kant demostrará que, efectivamente, los juicios sintétics a
priori están presentes en matemáticas y en física, pero no en metafísica. Cada
una de estas disciplinas será el objeto de estudio de cada una de las partes de
la C.R.P.:
- La estética transcendental tratará de las condiciones
sensibles del conocimiento, y de cóomo son posibles los juicios sintéticos a
priori en matemáticas.
-La analítica transcendental analizará las
condiciones intelectuales del conocimiento, y cómo son posibles los juicios
sintéticos a priori en física.
-En la dialéctica transcendental
estudiará razón y la imposibilidad de la metafísica como ciencia.
A modo
de conclusión, cabe señalar que, aunque Kant niega a la metafísica como ciencia,
no la sitúa fuera del ámbito de la razón puesto que, por su propia constitución,
la razón humana no puede prescindir de las cuestiones fundamentales que esta
disciplina plantea. Será en el espacio de la razón práctica (ámbito moral) donde
podremos situar los objetos propios de la metafísica. Además, la razón puede
avanzar en estas cuestiones si evita caer en los mismos errores que los
filósofos dogmáticos. Pero, para ello, es imprescindible y previo que la razón
analice sus posibilidades y capacidades, es decir, que se someta al tribunal de
la Crítica
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