INMANUEL KANT.
LA CRÍTICA DE LA RAZÓN
PRÁCTICA.
Contexto Filosófico. La
Ilustración.
Al siglo XVIII se le llama Siglo de las Luces.
Se tiene conciencia de que empieza algo
nuevo, de que la razón y la ciencia iluminan
por fin al ser humano, de que las tinieblas
del pasado han pasado. El personaje principal de la filosofía del s.
XVIII es el ilustrado. Su pensamiento consiste en una crítica
universal, en un ataque frontal a cualquier forma de dogma religioso,
superstición, fanatismo u opresión intelectual, social o política. Creen
en el progreso de la humanidad gracias al desarrollo de la razón.
El "filósofo" es un hombre de mundo que participa activamente en
la sociedad en la que vive. En uno de sus primeros escritos, es Kant quien
mejor resume la actitud intelectual del hombre ilustrado: «La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la
minoría de edad. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del
propio entendimiento, sin la ayuda y dirección de otro. Sapere aude: ten el valor de usar
tu propio entendimiento. He aquí la divisa de la Ilustración».
Los grandes cambios
culturales que genera la Ilustración
se producen en los siguientes ámbitos: razón,
naturaleza, progreso y sociedad.
A) LA RAZÓN.
La Ilustración crea un nuevo modelo de
racionalidad, en claro contraste con la racionalidad cartesiana (El cartesianismo había propuesto como
modelo de racionalidad la razón matemático-geométrica).
a) Razón Empírica: hay que partir de
la experiencia.
b) Razón crítica: La actitud crítica es una característica de
los ilustrados (Crítica de la propia razón y Crítica de la tradición). No se limita a las ideas,
también con las instituciones: religión,
Iglesia, sociedad, Estado, educación,
derecho, etc.
c) Razón autónoma: La razón, aun reconociendo sus límites, es la única
guía del ser humano. La razón se considera ya liberada de toda tutela exterior, de
toda autoridad, especialmente de la
religión. La razón se ha
secularizado.
B) LA NATURALEZA. Los
científicos del siglo XVIII creen que es posible prescindir de Dios para
explicar el mundo. La ciencia ilustrada proclama la autonomía del mundo
respecto a Dios.
C) LA IDEA DE PROGRESO. La
humanidad progresa cuando la historia avanza, lenta pero inexorablemente
de lo peor hacia lo mejor. Por tanto, el momento actual es el mejor y
más perfecto. Esta idea de progreso nace con la Ilustración. Se
generalizó la actitud crítica ante el pasado y se consideró que la
humanidad y la razón podrían perfeccionarse infinitamente.
D) LA SOCIEDAD. La filosofía
social y política de la Ilustración se desarrolla en Francia (Montesquieu
en El espíritu de las leyes, describe las formas de gobierno). Pero
lo más interesante es la idea de que cualquier forma de gobierno debe ser
moderada por la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Inmanuel Kant
(1724-1804)
1. El proyecto
filosófico de Kant
Nació
en 1724 en Königsberg -antes de Alemania, ahora de Polonia-, ciudad de la que
sólo salió en una ocasión. Fue un hombre profundamente religioso, extraordinariamente
metódico y disciplinado en su trabajo. Era hombre de buen corazón, de pueblo,
que permaneció soltero durante toda su vida -como Descartes, Espinosa, Locke y
Leibniz-. Es el representante típico del aburrimiento y abulia que producen una
vida dedicada por entero al estudio y la enseñanza. Estaba muy impregnado de
los ideales ilustrados y simpatizó con los ideales de la independencia
americana y de la revolución francesa. En su tiempo dio testimonio de pacifista
convencido, antimilitarista y opuesto a toda forma de patriotismo nacionalista
excluyente.
Kant fue el
autor que con mejor fortuna intentó realizar la síntesis entre las dos grandes
corrientes filosóficas de la modernidad, el racionalismo y el empirismo. Kant
resultó ser la figura de mayor relieve del movimiento ilustrado y uno de los
filósofos más creativos y originales de todos los tiempos. El objetivo
principal de su filosofía es aclarar en lo posible las cuestiones
planteadas en la actividad científica, la acción moral, la ordenación
de la convivencia social y la realización de proyectos históricos
mediante la acción política.
OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA DE KANT:
1. Crítica
de la razón como tarea fundamental del filósofo. Existían
muchas y opuestas interpretaciones sobre el objetivo de la filosofía. Para
poner orden, Kant se propone someter a juicio la razón y descubrir la
raíz de las interpretaciones contrarias que la paralizan.
2. Ilustración
y libertad como objetivos últimos de la razón. Un juicio es necesario por
la minoría de edad y falta de ilustración de los contemporáneos de Kant. La
causa de esta minoría de edad es la pereza y la falta de valor para
atreverse a pensar por uno mismo. La crítica de la razón pretende ser un
ejercicio de libertad que lleve a superar las constricciones impuestas por la
autoridad, la tradición y la conciencia.
3. Concepción
kantiana de la filosofía. La exigencia más acuciante de la razón es clarificarse
sobre qué es el ser humano, en qué consiste su libertad, cómo funciona su razón
y cuáles son sus últimos fines e intereses.
La
filosofía es para Kant «la ciencia de la relación de todos los
conocimientos con los fines esenciales de la razón humana». Esta
definición mundana de la filosofía supone que a la filosofía corresponde:
1º)
Establecer los principios dentro de los cuales es posible un conocimiento
científico de la naturaleza, responder a la pregunta: ¿qué puedo conocer? De ello
se encargará la metafísica.
2º)
Establecer y justificar los principios que deben regular la acción moral
o política y precisar las condiciones de la libertad: ¿qué debo hacer? Esta tarea
corresponde a la moral.
3º
Perfilar, de cara al futuro, el destino último del hombre y las
condiciones y posibilidades de su realización: ¿qué me cabe esperar? Es lo
que intentan responder todas las religiones.
Pero responder a una de
esas preguntas obliga a plantearse las demás, pues ninguna es independiente
de las otras. Existe una pregunta que las engloba a todas: ¿Qué es el hombre? Por tanto, el proyecto
y meta última de toda la filosofía kantiana es lograr una clarificación
racional al servicio de una humanidad más libre, más justa y más encaminada a
la realización de los últimos fines.
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Kant se identificó
plenamente con los ideales de la Ilustración europea. En un opúsculo
titulado ¿Qué es la Ilustración? escribe que el lema de la Ilustración
es: "Atrévete a pensar por ti mismo".
2. ¿QUÉ PUEDO SABER? La
Crítica de la razón pura.
¿Qué puedo saber? es la primera de las preguntas que debe hacerse la
filosofía y el tema de la Crítica de la razón pura. Resolver este problema:
¿Es la metafísica una "ciencia"? Y si no lo es todavía, ¿puede
aspirar a convertirse en ciencia?
Kant ante el racionalismo y el empirismo. La teoría del
conocimiento de Kant intenta resolver la oposición entre racionalismo y
empirismo. Para el racionalismo todo nuestro conocimiento tiene su
origen en la razón, y ésta, aplicando el método correcto, puede aspirar
a conocerlo todo. Para el segundo, el origen y el límite de nuestro conocimiento
es la experiencia y por ello, siguiendo a Hume, la sola razón es imposible. La solución kantiana pasa por realizar una síntesis de
racionalismo y empirismo. Esta consiste en afirmar que sólo hay conocimiento
cuando a los elementos racionales del conocimiento se les suma la
experiencia sensible. Kant
despertó del «sueño dogmático» tras leer las críticas de Hume al racionalismo,
y quedó convencido de que nuestro conocimiento no puede extenderse más allá de
la experiencia. Pero respecto a los conceptos que no proceden de la experiencia
afirma que son útiles en la medida en que no son aplicados fuera de los límites
de la experiencia. Sin un concepto como el de sustancia no podríamos hablar de
ningún objeto del universo y la ciencia y el estudio de la naturaleza sería imposible.
De este modo Kant toma distancia frente al
racionalismo y frente al empirismo. Mientras el empirismo sostiene que todos
nuestros conceptos proceden de la experiencia, Kant sostiene que el entendimiento posee conceptos que no proceden de
la experiencia, aunque solamente puedan ser aplicados en el ámbito de lo
empírico.
3. ¿QUÉ DEBO HACER? LA
TEORÍA KANTIANA DE LA MORAL.
La
actividad racional del ser humano no se limita sólo al conocimiento de los
hechos/objetos. La razón se preocupa también de responder a la pregunta ¿qué
debo hacer? ¿Cómo he de actuar? Mientras la razón teórica se ocupa de lo
primero, la razón práctica se ocupa de responder a tales preguntas. Razón
teórica y razón práctica no son dos razones diferentes en el hombre, sino dos
funciones perfectamente diferenciadas de una misma y única facultad racional.
La razón teórica se ocupa de conocer la naturaleza, de cómo son las cosas; la
razón práctica se ocupa de cómo deberían ser, de cómo orientar la conducta
humana.
A
la razón práctica no le interesa conocer cómo es, de hecho, la conducta humana,
ni cuáles son los motivos empíricos y psicológicos -deseos, sentimientos,
intereses, etc.- que impulsan a los hombres a actuar; sólo le interesa conocer
cuáles deben ser los principios que han de guiarle si quiere actuar
racionalmente, moralmente. Según Kant, la ciencia -razón teórica- se ocupa del
ser, mientras que la moral -razón práctica- se ocupa del deber ser. Mientras la
razón teórica formula juicios -«El calor dilata los cuerpos»-, la razón práctica formula imperativos o
mandamientos morales -«no matarás»-.
Éticas Materiales y Éticas Formales.
A) ÉTICAS MATERIALES. Son materiales aquellas éticas en las cuales la
bondad o la maldad de la conducta humana depende de algo que se considerar bien
supremo para el hombre: en la medida que nuestras acciones nos aproximen a
ese bien supremo, serán buenos; y si nos alejan de él serán malos. Por
consiguiente, en toda ética material encontramos siempre dos elementos: 1º.
Se da por supuesto que existen bienes, cosas buenas para el hombre, y se busca
cuál es el mayor de todos ellos, el bien supremo o fin último -placer,
felicidad, etc. 2º. Una vez identificado ese bien supremo, se establecen
unas normas o preceptos que indican el camino a seguir para alcanzarlo.
B) CRÍTICA A LAS ÉTICAS MATERIALES. Kant rechazó las éticas materiales por una
serie de deficiencias que precisó claramente:
1ª. Las éticas materiales son empíricas, a
posteriori. Cualquier norma de una ética material podrá ser explicada
como generalización a partir de la experiencia. (Ejemplo: sabemos que el placer
es un bien supremo para el hombre porque la experiencia nos dice que, desde
niños, los humanos buscamos el placer y huimos del dolor). La única objeción de
Kant contra la fundamentación de las normas en la experiencia es que no
sirve para construir una ética universal, cuyos imperativos y principios
sean universalmente reconocidos.
2ª. Las normas o imperativos de las éticas materiales son hipotéticos o
condicionales: no tienen un valor absoluto, sino condicional, como medios
para conseguir otro fin. (Ejemplo: el precepto «no bebas en exceso» quiere
decir, en realidad: «no bebas en exceso, si quieres tener una vida larga y
placentera». Y esa norma deja de tener valor para quien no se haya propuesto
vivir larga y placenteramente).
3ª. Las éticas materiales son heterónomas. Si la «autonomía» consiste
en la capacidad de un individuo para darse normas y leyes a sí mismo, la
«heteronomía» consiste en aceptar leyes o normas impuestas desde el exterior e
irreflexivamente a nuestra razón. Las éticas materiales son heterónomas porque
en ellas la voluntad del hombre es impulsada a actuar por deseos o
inclinaciones.
1. SENTIDO DE UNA ÉTICA FORMAL. Una ética verdaderamente
universal y racional no puede ser empírica -sino a priori-, ni hipotética en sus imperativos -estos han de ser
absolutos, categóricos-, ni
heterónoma -sino autónoma:
el sujeto es quien debe darse a sí mismo sus normas, sin imposición externa
alguna. Además no puede ser material:
sólo puede ser formal. Significa esto que ha de estar vacía de contenido, es decir: no puede establecer ningún fin o bien supremo ni nos dirá
exactamente qué hemos de hacer. Sólo nos dirá cómo hemos de actuar.
2. EL DEBER. La ética formal no
establece lo que hemos de hacer: se limita a señalar cómo debemos actuar
siempre, independientemente de cuál sea la acción concreta que nos ocupe (Ejemplo:
las leyes que rigen la conducta de los funcionarios no dicen: «Adelaida Pinzón,
administrativa de la Universidad de Cuenca, no puede comprar impresoras láser
porque valen más de 50.000 Pts.», sino: «El personal administrativo deberá
contar con la autorización expresa de su inmediato superior jerárquico para
comprar material de oficina por un valor superior a 50.000 Pts.»). El segundo
precepto indica un modo de obrar, válido para cualquier
situación, mientras que el primero sólo es una norma concreta para un caso
concreto.
Según Kant,
los humanos sólo actuamos moralmente cuando lo hacemos por deber. Define
el deber como «la necesidad de una acción por respeto a la ley». Esto significa
que actuar moralmente supone someternos a una ley, no por la utilidad o
satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos, sino por el respeto que
toda ley merece, porque ese es nuestro deber.
Kant diferencia
entre acciones contrarias al deber, acciones conformes al deber y
acciones por deber. Solamente estas últimas poseen valor moral. El
político que dice la verdad, actúa conforme al deber. Pero no por eso
actúa moralmente: puede hacerlo únicamente para ganar votos, que es lo que le
interesa. Según Kant, el político actúa moralmente cuando dice la verdad porque
ése es su deber, independientemente de que gane o pierda votos al hacerlo. La
acción hecha por deber no es un medio para alcanzar un fin, sino algo que debe
ser hecho por sí mismo. El valor moral de una acción no depende del fin o
propósito a conseguir, sino de la máxima, móvil o intención que la inspira,
siempre que esa intención coincida con el deber: «una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito
que por medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido
resuelta; no depende, pues, de la realidad del objeto de la acción, sino
meramente del principio de la voluntad».
3. EL
IMPERATIVO CATEGÓRICO. A diferencia de los imperativos
hipotéticos de las éticas materiales, las exigencias de obrar moralmente
derivadas de una ética formal son categóricas. Una formulación de este
imperativo categórico: «obra sólo según una
máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se convierta en ley universal».
Este imperativo no establece ninguna norma concreta, sino el esquema o forma
que ha de tener cualquiera de las normas con las que nos orientamos en nuestra
conducta concreta Ejemplo: «No apropiarse del dinero público para beneficio
privado»). Otra formulación: «Obra de tal
modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca meramente como un medio». En las dos formulaciones destaca la exigencia
de universalidad.
Los
Postulados de la Razón Práctica.
En la KRV Kant había mostrado la imposibilidad de la
MF como ciencia, y por tanto nuestra incapacidad para obtener conocimiento
objetivo acerca del mundo, del alma y de Dios. Pero la inmortalidad del alma y
la existencia de Dios constituyen interrogantes que siempre han interesado al
ser humano y que no puede dejar de plantearse. Nunca negó Kant la
inmortalidad del alma o la existencia de Dios: sólo se limitó a señalar que
alma y Dios no son asequibles al conocimiento científico, pues no son objetos
de la experiencia a los que podamos aplicar nuestras categorías. Pero lo
original de su aproximación estriba en plantearse el tema de Dios y del alma
no en la razón teórica, sino en la razón práctica.
Libertad, inmortalidad del
alma y existencia de Dios son, para Kant, postulados de la razón práctica.
«Postulado» significa aquí algo que no es demostrable, pero que necesariamente
hemos de suponerlo como condición que hace posible la moral misma. Obrar
moralmente, conforme al deber, sólo es posible si existe libertad para
vencer las inclinaciones, deseos y condicionamientos.
La inmortalidad del alma
se comprende mejor si tenemos en cuenta que la razón nos ordena alcanzar la
virtud, la mayor honradez posible, la perfecta adecuación de nuestra voluntad a
la ley moral. Pero la cima de la honradez jamás puede alcanzarse en una
existencia tan limitada como la nuestra. Su alcance exige una duración
ilimitada, en un proceso indefinido de ajuste: la inmortalidad.
La existencia
de Dios. La virtud consiste en la intención y la lucha por
someterse al deber "por el deber". La felicidad - bien
supremo de ser humano, recuérdese a Aristóteles- queda excluida como motivo
determinante de la acción moral; pero no como "premio" de la
virtud. Para los epicúreos y los estoicos, virtud y felicidad
coincidían. Pero tal coincidencia no es evidente. A menudo
observamos que el cumplimiento del deber lleva aparejado normalmente lo contrario
a la felicidad. Para que el deber y la moral tengan sentido es necesario
que Dios exista y haga coincidir virtud y felicidad en el futuro.
4. ¿QUÉ ME CABE ESPERAR?
La Religión.
La tercera pregunta - ¿Qué me está permitido esperar?- es abordada en obras
mucho más breves. El esperar se refiere al futuro, y por eso desborda el marco
de la ciencia y de la moral, que sólo se ocupan de lo que "es"
y lo que "debe ser" ; pero no de lo que se espera que "será".
Pero, de hecho, el esperar presupone el concepto de finalidad: se espera
siempre la consecución de un "fin". Justamente, el concepto
de finalidad es estudiado en la tercera de las "críticas", la Crítica
del juicio (1790). En la Crítica del juicio Kant reconoce que aunque
no hay fines en la naturaleza ni en la historia pues todo sucede mecánicamente.
Pero el ser humano necesita la finalidad para poder dar sentido a los acontecimientos.
La finalidad permite "pensar" la realidad de un modo adecuado
a las necesidades del ser humano. Supuesto esto, ¿qué finalidades puedo
esperar que se realizarán?
1. La felicidad. La
única garantía de que alcanzaremos la felicidad es Dios. La esperanza en la felicidad
es objeto, pues, no de la moral, sino de la religión, entendida ésta como "religión
natural" o fe racional.
2. El triunfo del bien. En
el ser humano habitan dos principios contrapuestos: el principio bueno y el principio
malo, los cuales se encuentran en lucha por dominarlo. El principio malo
conduce a subordinar el respeto a la ley -único móvil moral legítimo- al amor
propio, y radica en la fragilidad de la libertad humana para
practicar la ley moral. Pero es lícito esperar un triunfo del principio bueno,
es decir, de la recta motivación moral. Tal triunfo no es posible fuera de una
comunidad de seres humanos organizada, precisamente, sobre una base moral. La
constitución de una "comunidad ética" es lo único que puede
liberarle del mal.
3. La paz perpetúa. La
paz es, en primer lugar, el sentido último del progreso y de la
historia. También debe ser el objetivo del ordenamiento político.
Kant traza el esbozo de un Derecho internacional fundado en una federación
de Estados libres.
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