TEMA 13.3.)
Transformaciones culturales. Cambio en las mentalidades. La educación y la
prensa.
Analizamos seguidamente al
conjunto de transformaciones culturales que tuvieron lugar especialmente
durante la primera fase de la Restauración (1875-1902), prestando un interés
particular por el cambio de mentalidades y las novedades acaecidas tanto en el
ámbito educativo como en el de la prensa. En líneas generales, los liberales
del XIX heredan la concepción cultural de los ilustrados del XVIII, asentada
sobre el principio de que el Estado debe debía hacer llegar la cultura al mayor
número de ciudadanos posibles (cultura nacional). No obstante, para la feliz
consecución de este fin contaba con una serie de obstáculos tales como el
altísimo porcentaje de analfabetismo (a principios del XIX por encima del 90 %
y especialmente acentuado en áreas rurales, clases populares y mujeres), y la
competencia que supone al Estado el monopolio educativo ejercido por la Iglesia
en su intento por asentar una Educación pública, universal, gratuita, libre y
en castellano.
- Las mentalidades.
Pese a que en la
Restauración se consolida el modelo liberal, las clases dominantes de la época,
especialmente rancias, oligárquicas y conservadoras, dejarán su impronta en el
terreno de las mentalidades, que en determinados aspectos parecían no superar
algunos de los viejos valores del Antiguo Régimen. Entre estos cabría
significar: la dignificación social relacionada con la propiedad de la tierra;
la aspiración al ennoblecimiento de la nueva clase dominante, la alta
burguesía; o la ostentación pública de riqueza.
Frente a estos principios,
los sectores más desfavorecidos, sintonizarán con un incipiente movimiento
obrero que venía a cuestionar los vicios de la Restauración y, en los casos más
radicales, a reclamar que el legítimo dueño de los medios de producción tenía
que ser el proletariado.
Entre ambos podríamos
ubicar el regeneracionismo, una corriente política e intelectual que cala
especialmente en las postrimerías del siglo XIX a partir de la denuncia de los
vicios del sistema de la Restauración, al que tacha de viciado, enfermo,
caciquil y oligarca. Sus seguidores más fervientes se localizan entre las
clases medias y la pequeña y mediana burguesía. Sus propuestas para el cambio
fueron múltiples, pudiendo incluso hablarse de un regeneracionismo crítico
dentro del propio gobierno, incluso en seno de los conservadores, como
demuestran algunas de las propuestas de Silvela y Maura. No obstante, este
regeneracionismo desde dentro del sistema, si bien se mostrará contrario a
algunos vicios del mismo, se opondrá a que este se tambaleara por completo. Más
radical será el regeneracionismo que se ubique al margen del sistema para
criticar sus males y promover alternativas al mismo. Figuras como Joaquín Cosa,
Santiago Alba o Basilio Paraíso se encuentran entre sus principales
representantes. De hecho, la obra de Costa Oligarquía
y Caciquismo resume por excelencia el ideario regeneracionista y propone en
el terreno social medidas resumibles en el lema “Despensa y Escuela”.
- La socialización del
saber. La educación.
La pretensión estatal por
hacer llegar la cultura a todos los ciudadanos arranca ya en el reinado de
Isabel II con la promulgación de la Ley de Instrucción Pública (conocida como
la Ley Moyano en alusión al ministro de Fomento que la implanta en 1857). Esta
dividía la enseñanza en 3 niveles: primaria, secundaria o media y superior o
universitaria, dentro de los cuales podemos aludir a una serie de rasgos
característicos:
-Por lo que se refiere a
la educación primaria percibimos
un escaso interés estatal que fue paliado por instituciones privadas como los
círculos demócratas, las escuelas obreras, las instituciones religiosas y la
enseñanza doméstica. Un problema latente fue el paupérrimo salario que recibían
los maestros, hecho que dio lugar a que se acuñaran expresiones tan
representativas como “Pasas más hambre
que un maestro de escuela”. Este primer estadio educativo consiguió que
disminuyera la tasa de analfabetismo, si bien en 1900 todavía más del 50 % de
la población adulta no sabía ni leer ni escribir.
-En lo concerniente a la educación
secundaria sorprende la escasa implantación de la misma a principios del
siglo XX. De hecho para 1900 contabilizamos únicamente un instituto público de
enseñanza secundaria en cada capital de provincia, a lo sumo dos en ciudades
tan importantes como Madrid. Ante esta insuficiencia de centros públicos, la
enseñanza privada copará el sector, pudiendo apuntar que para 1900 en torno a
dos tercios de los bachilleres cursaba sus estudios en instituciones privadas.
Para el caso concreto de las mujeres el acceso a esta etapa era todavía más
complicado que a la primaria, incluso hasta 1883 estuvo vetado su acceso al
Bachillerato de manera oficial.
-Finalmente, en lo tocante
a la educación universitaria constatamos
que aunque estuvo fundamentalmente controlado por el Estado, en la práctica se
reservó a las élites y entre estas a los varones, pues la presencia de la mujer
en estudios superiores fue tan testimonial en la época que mujeres como
Concepción Arenal llegaron a disfrazarse de hombres para asistir a clases
universitarias. En torno a 1900 ciframos en unos 15.000 los alumnos
universitarios, todos ellos dentro de un sistema uniforme y centralista en el
que la Universidad Central de Madrid era la única que impartía todas las
licenciaturas y la que tenía en exclusividad la concesión del grado de doctor.
Por estas fechas el Rey era el encargado de nombrar a los rectores
universitarios y a los decanos de facultades en las que los títulos más
solicitados eran Derecho, Medicina, Farmacia, Ciencias, Filosofía y Letras, las
Escuelas Politécnicas y Bellas Artes. Los profesores encargados de su
impartición no disfrutaban de libertad de cátedra y buena prueba de ello es que
algunos como Castelar, Salmerón, Montero Ríos y Azcárate fueron apartados por
no comulgar con las enseñanzas oficiales. Ante esta ausencia de libertades los
catedráticos más liberales y partidarios de la doctrina krausista, abogarán por
un sistema educativo más laico y liberal que contribuyera a la regeneración del
país. La propuesta más novedosa en esta línea fue la inauguración de la
Institución Libre de Enseñanza a cargo de Francisco Giner de los Ríos, que
frente a los principios de la educación tradicional, memorísticos y librescos,
propugnaba una educación activa, integral y tolerante en la que se incorporan
nuevas materias y actividades: educación física, canto, salidas extraescolares
a puntos de interés. Con planteamientos pedagógicos similares a la Institución
Libre de Enseñanza sobresalen en Granada las Escuelas del Ave María (1888) por
iniciativa del padre Manjón, de carácter religioso y orientadas a la comunidad
gitana y en Barcelona la Escuela Moderna (1901) fundada por Ferrer Guardia,
vinculada al movimiento obrero.
A tenor de lo expuesto
queda patente que el sistema educativo era dual: en parte estatal (el Estado
ejercía el monopolio de la enseñanza universitaria) y en parte privado (la
Iglesia fundamentalmente lideraba la primaria y sobre todo la secundaria). Para
su difusión chocó con limitaciones presupuestarias y sobre todo con un mal
reparto de los recursos. Resulta paradójico en este sentido que el Estado
apenas invirtiera en escuelas y sí en universidades, centros estos últimos a
los que solo accedía una minoría. A fin de paliar estas deficiencias la
administración estatal creó en 1900 el Ministerio de Instrucción Pública,
convirtió en funcionarios a los maestros y procedió a la creación de escuelas
de artes y oficios. También se tomó conciencia de la necesidad de promover una
mayor modernización científica y en esta línea surgirá la Junta de Ampliación
de Estudios e Investigaciones Científicas, presidida por Santiago Ramón y
Cajal.
- Otros canales de
difusión cultural. La prensa.
En el siguiente apartado
abordamos otros medios de difusión cultural al margen de los centros
educativos, localizados fundamentalmente en Madrid, y entre los que podemos
destacar:
-Medios oficiales o
estatales:
tales como academias promotoras del arte y la ciencia. También se abre la
cultura al público haciendo accesible el patrimonio histórico-artístico. En
esta línea fueron inaugurados el Museo del Prado (1819) y el Museo Arqueológico
(1867).
-Medios
privados:
centros para el debate intelectual como el Ateneo de Madrid (1820).
-Prensa: despega sobre todo a raíz
de la libertad de imprenta, la progresiva disminución del analfabetismo y la
divulgación que facilitaron el auge del ferrocarril y el correo. Aparecieron
así periódicos de todas las tendencias: La
Correspondencia de España 1859 (liberal moderado); El Imparcial 1867, El Liberal 1879 (liberales democráticos); La Época 1849 (conservador, en sintonía
con las clases medias acomodadas y la aristocracia); La Vanguardia 1881 (altas clases catalanas), que rivaliza con el Diario de Barcelona 1792. La prensa no
solo difundía la información diaria, sino que servía como medio de publicación
de obras de escritores e intelectuales como Ortega y Gasset.
-Sociedades de hablar: tertulias más o menos
formales reunidas en sociedades patrióticas, liceos y cafés literarios (ej: El
Parnasillo, en Madrid).
- Grandes movimientos
generacionales de la época.
Aunque el epígrafe que
tenemos entre manos analiza fundamentalmente el último cuarto del XIX nos
referiremos a una serie de manifestaciones culturales agrupables en
generaciones que observamos a lo largo de toda la centuria, ya sea por su
relevancia o por su influencia posterior:
-La generación romántica: vivió las Cortes de Cádiz
y el posterior exilio, experimentando su apogeo en las décadas del ´30 y ´40.
En el terreno literario encontraremos
una poesía exaltada, relatos costumbristas, novela histórica y teatro
neomedieval imitando al insigne Lope de Vega. Estableciendo una escueta nómina
de géneros, autores y obras podríamos destacar la poesía de Espronceda El estudiante de Salamanca y Bécquer Rimas; la prosa del propio Bécquer Leyendas, de Mesonero Romanos Escenas matritenses y de Larra Artículos; y el teatro del Duque de Rivas Don
Álvaro o la fuerza del sino y de Zorrilla Don Juan Tenorio. En el apartado artístico sobresalen los temas
históricos y los retratos burgueses, destacando autores como Madrazo Muerte de Viriato.
-La generación posromántica o realista: está compuesta por
autores que viven la revolución ´68, el Sexenio Democrático y los primeros años
de la Restauración. Desencantados con el romanticismo y la revolución, reciben
influencias krausistas, darwinistas, positivistas y naturalistas. En el campo
de la literatura encontramos poesías poco líricas, novelas realistas, y teatro
conservador, brillando con especial intensidad en la poesía Campoamor Humoradas; en la prosa Galdós Fortunata y Jacinta y Clarín La Regenta; y en teatro Echegaray O locura o santidad. Dentro del arte
localizamos una actitud cientificista y prosaica en la que lucen especialmente
una arquitectura ecléctica y la pintura realista. Concretamente en este último
género llaman la atención figuras como Casas Garrote vil, Sorolla La playa
de Valencia y Fortuny La batalla de
Tetuán. Por lo que se refiere al ámbito musical asistimos al auge de la
zarzuela de la mano de Barbieri y a los comienzos del nacionalismo musical.
-La generación del ´98: será la vertiente
intelectual y literaria del regeneracionismo que se articula tras la pérdida de
las últimas colonias. Sus integrantes expresaron un marcado pesimismo
existencial y reflexionarán sobre la decadencia de España. Su evolución
ideológica fue muy diversa, ya que osciló desde el socialismo y el anarquismo
hasta el conservadurismo tradicional y el fascismo. Entres sus principales
representantes y obras no podemos dejar de citar a: Ángel Ganivet Idearium español, Miguel de Unamuno Del sentimiento trágico de la vida,
Maeztu Hacia otra España, Azorín Ruta de Don Quijote, Baroja La lucha por la vida y Antonio Machado Campos de Castilla, entre otros.
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